Bienvenido a este blog

Este blog de microfinanzas comenzó a actualizarse el 1 de febrero de 2008 y se cerró el 30 de noviembre de 2015.

jueves, 24 de abril de 2014

Bancos comunitarios en Brasil: "Nadie sale de la pobreza por sí solo"

Joaquim De Melo, las microfinanzas concebidas como instrumento de
de desarrollo antes que como industria o como mercado
(foto: Endeavor Brasil)

(Mundo Microfinanzas) Banco Palmas fue el primero de los 103 bancos comunitarios que hay actualmente en Brasil. La iniciativa surgió en Conjunto Palmeiras, una barriada humilde de la ciudad de Fortaleza, estado de Ceará, en el nordeste brasileño.

La región nordeste de Brasil es una de las más pobres. Una región que atravesó sucesivos éxodos rurales, con miles de personas escapando de las duras condiciones del sertão (el vasto interior profundo del país), la sequía, la violencia, y detrás de un sueño por una vida mejor. Así fue como se fueron abarrotando ciudades como Fortaleza, con un crecimiento urbano impresionantemente veloz y anárquico. A la sombra de esta falta de planeamiento, de auxilio del gobierno y de infraestructura urbana, estos contingentes que huían del campo acabaron por levantar asentamientos en condiciones muy precarias, segregados de los espacios de contacto con los sectores privilegiados de la sociedad o de las zonas de gran potencial económico y especulativo. Conjunto Palmeiras es resultado de una de estas “limpiezas sanitarias”, procesos particularmente violentos en los años de la dictadura militar. Este es el escenario social donde, a fines de los ’90, un grupo de vecinos funda lo que sería el primer banco comunitario brasileño.

El proyecto ha dado sus frutos. El año pasado, al cumplir quince años de existencia, la experiencia mereció una publicación de la Universidad de São Paulo (USP) en el libro Banco Palmas quince anos: resistindo e inovando (Volumen 1). En la presentación del trabajo, el coordinador del Núcleo de Economía Solidaria de la USP, Augusto Câmara Neiva, afirma que “construir bancos comunitarios y monedas sociales exige esfuerzo y perseverancia de cada comunidad. Y este libro muestra que vale la pena, más allá de ser un homenaje a todos los que lo hacen, en varios estados de Brasil”.

El principal mentor de este proyecto, Joaquim de Melo, ha ofrecido recientemente una entrevista con The Morningside Post, un diario de estudiantes de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Allí el fundador de Banco Palmas explica en qué consiste el modelo del banco comunitario y en qué se diferencia con el modelo clásico de microfinanzas. La diferencia principal es que “nosotros no creemos que sea posible para una persona que sólo con un crédito pueda progresar y salir por sí mismo de la pobreza”.

“El modelo que nosotros hemos adoptado -dijo Melo- tiene un principio: nadie sale de la pobreza por sí solo. Pensamos que la gente necesita tener redes locales, un sentido fuerte de comunidad donde todos produzcan y consuman y donde cada uno se convierta en actor social en colaboración con otros”.

“Cuando Banco Palmas da un crédito, lo da junto con otros servicios como el acceso a ferias (alternativas de comercialización), moneda social (el circulante comunitario) y educación financiera. Cuando las personas reciben solamente crédito, eso puede mejorarles la vida de momento, pero al cabo volverán a caer en la pobreza porque no están insertos dentro de una red”, explicó el directivo.

Así respondió cuando le preguntaron cómo define a las microfinanzas:

“Nosotros tenemos la perspectiva de las microfinanzas no como industria o como mercado, sino como un instrumento de desarrollo, una herramienta para la organización local, para la inclusión. Las microfinanzas son una canasta de bienes financieros: créditos, seguros, cuentas bancarias y monedas sociales. Esto no inhibe a un grupo de productos microfinancieros de ayudar al crecimiento de un negocio y hacerlo sostenible. Sin embargo, su objetivo no es hacer dinero mediante la venta de dinero, como hacen los bancos, sino construir mecanismos de sostenibilidad”.

Melo también pasa revista a las dificultades que entraña este modelo de la economía solidaria y el entorno dentro del cual está inserto: sus tasas de morosidad, la limitación territorial de la moneda social, la sostenibilidad financiera (Melo esboza un reclamo para que el gobierno federal subsidie a los bancos comunitarios, haciéndolos intermediar en las transferencias del programa social Bolsa Familia) e incluso los problemas de inseguridad (Fortaleza está entre las diez ciudades más violentas del mundo, de acuerdo con la lista elaborada en 2013 por la organización mexicana Seguridad, Justicia y Paz).

Pero el banco ha logrado sobreponerse a estos obstáculos y sigue adelante con una lógica que sería inadmisible para cualquier entidad comercial.

En un mundo globalizado, hiper-tecnologizado, donde las comunicaciones vuelan, la visión del banco comunitario brasileño parece ir a contracorriente: un modelo económico localmente circunscrito, de lazos personalizados, donde los miembros de una comunidad -a la vez titulares del banco- producen y consumen bienes y servicios que se intercambian recíprocamente, con la menor dependencia posible de todo aquello que esté más allá del vecindario. Suena regresivo y arcaico. Pero el modelo no deja de replicarse en el país y ha convertido en actor económico, y en sujeto de sus propios esfuerzos de superación, a poblaciones históricamente relegadas.

Artículos relacionados

No hay comentarios:

Publicar un comentario