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Este blog de microfinanzas comenzó a actualizarse el 1 de febrero de 2008 y se cerró el 30 de noviembre de 2015.

lunes, 31 de agosto de 2015

La posedición de los contenidos de este blog


(Mundo Microfinanzas) El proceso de deshabitar esta casa, que ha sido mi blog Mundo Microfinanzas, fue más largo y laborioso de lo esperado.

Tal como lo comuniqué oportunamente, este blog se cerró a nuevas publicaciones el 31 de diciembre de 2014, entrando en fase de reorganización del material publicado al cabo de siete años, así como de rescate de material no publicado.

En la última entrada, fechada el 18 de mayo de 2015, comenté el trabajo de republicación de viejos contenidos, correspondientes a los años 2010 y 2011, que no habían visto la luz en este blog sino en el diario digital MicroDinero, offline desde hace más de un año. La recuperación de ese material me permite ofrecer, desde este blog, una versión más compacta y fidedigna del acontecer de las microfinanzas de los últimos años.

Ahora bien, recobrado ese material perdido, consideré necesario hacer un trabajo de posedición de todo el material publicado en este blog, particularmente desde su creación, el 1º de febrero de 2008, hasta más o menos las últimas entradas de 2010.

La razón de haberme enfocado específicamente en ese período se explica por el hecho de que este blog comenzó teniendo un objetivo subsidiario durante los años de construcción de MicroDinero. A partir de mi desvinculación de MicroDinero, en diciembre de 2011, retomé la actualización de Mundo Microfinanzas de un modo metódico, dándole una concepción y una dedicación acordes a un espacio de comunicación autónomo. (En los próximos días publicaré la última entrada, que será un cierre formal a este espacio, donde además de ofrecer un balance que pueda ser de alguna utilidad para aquellos interesados en las microfinanzas y el desarrollo, me referiré más detalladamente sobre la génesis, motivación y despliegue de este blog, así como su relación con el frustrado proyecto de MicroDinero).

Así que mis últimos tres meses y algo más han estado dedicados a la trabajosa, reconfortante, reveladora y por momentos neurotizante tarea de regresar a textos pretéritos, casi podría decir a mi prehistoria como periodista no solo ignorante del asunto que me convocaba (las microfinanzas), sino apenas familiarizado con los formatos y el lenguaje de los medios digitales.

Afortunadamente, creo que el tiempo no ha pasado en vano. Releídos hoy, aquellos primeros textos mantienen cierta frescura y cierto sentido. Por momentos revela el candor del principiante, obligándome a ser autoindulgente y a la petición de benevolencia del lector. Pero creo que se pueden ver los frutos de un trabajo razonablemente sistemático, persistente y respetuoso, que con el correr de los años se fue refinando y perfeccionando hasta donde los límites (de todo tipo) lo permitieron.

Debo explicar en qué consistió puntualmente este trabajo de posedición.

En primer lugar, trabajé sobre la faz estética del blog, alineando pautas vinculadas a tipografía, paratextos (títulos, epígrafes, subtítulos, encabezamientos), inserción de links, espacios en blanco, criterios de selección y aplicación de fotos, entre otros detalles de edición que, de no haber sido subsanados, habrían producido cierta nostalgia de uniformidad y coherencia en quienes puedan interesarse globalmente por estos contenidos, como bloque.

En segundo lugar, corregí errores de ortografía y tipeado, sintaxis, nombres propios, topónimos, léxico técnico, deslices de traducción (empezando por lo básico, la vacilación en el uso indistinto de microfinanzas/microfinanza, inducida por la lectura de textos-fuente en inglés o francés que emplean invariablemente microfinance: en este caso puntual decidí unificar con su variante morfológica en plural, microfinanzas, más natural para el hablante del español). Retoqué algunos títulos demasiado descriptivos, prefiriendo en general la concisión y cierta condensación semántica. Españolicé algunas palabras o fragmentos que, por distintas razones (no pocas veces por ignorancia), las había mantenido en la lengua original de su fuente. Mejoré o estilicé expresiones algo desafortunadas en su enunciación. Suprimí -muy poco- algún que otro párrafo que juzgué o irrelevante, o confuso o directamente erróneo. En general puedo decir que mantuve en un 95 por ciento la integridad de los textos tal como estaban, guardándome de no interferirlos con valoraciones ex post. En muy pocos casos añadí notas de posedición, para aportar algún dato muy puntual que el texto dejaba explícitamente incógnito.

Y en tercer lugar, desdoblé algunas entradas -típicamente agendas- que por su enorme extensión no permitían un etiquetado representativo. Las etiquetas son un recurso de gran valor, que ayudan a orientar la búsqueda de un contenido digital y hacer inteligible su organización.

Empiezo a ensayar el adiós.